Capítulo 42
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Natalie se quedó atónita y apretó los labios, pero al final no mencionó el divorcio.
Después de ese alboroto, ninguno de los dos tenía ánimo para comer, por lo que volvieron
directamente a la villa.
Al llegar a la sala de estar, Natalie miró a Leonardo y le preguntó: –Pensaba hacer algo de pasta. ¿Quieres comer?
-Yo te ayudo.
-No es necesario. Toma asiento y espera.
En el refrigerador abundaban los ingredientes frescos que la empleada doméstica compraba regularmente. Natalie tomó algunos tocinos, dos huevos y la pasta, y entró en la cocina.
Frio los huevos y, después de colocarlos en un plato, llenó la olla con agua. Cuando empezó a
hervir, añadió la pasta.
Mientras la pasta se cocía, comenzó a preparar la salsa de crema. Cuando esta se espesó, la pasta también estuvo lista.
La retiró hábilmente, colocó los huevos sobre ella y luego agregó la salsa de crema recién
hecha. Así, se hicieron dos simples platos de pasta con crema y tocino.
Pero cuando Natalie llevó la cena a la cocina, no vio en ningún lado a Leonardo.
Entonces se dirigió al estudio y justo al llegar a la puerta, escuchó la voz fría del hombre desde
adentro.
-Por ahora, mantén esto en secreto. No dejes que nadie más se entere.
Con eso, Leonardo colgó y, nada más voltearse, vio a Natalie parada en la puerta observándolo.
-La cena está lista. Ven a comer.
Leonardo guardó su celular y la siguió hacia el comedor.
Se sentaron frente a frente. Todo el tiempo, Natalie mantuvo la cabeza gacha mientras comía
en silencio.
-¿No tienes nada que preguntarme?
Ante eso, ella se detuvo en seco y levantó la vista hacia Leonardo, respondiendo: -Si quieres decirme algo, lo harás aunque no te pregunto. Asimismo, si no quieres hablar, no servirá que yo pregunte.
-Podrías haberme preguntado. Te contaré lo que pueda.
Mirando lo serio que se mostraba Leonardo, Natalie guardó silencio por unos segundos y luego dijo con indiferencia: -Comamos primero. No será bueno si se enfría.
Una vez terminada la comida, acababa de levantarse cuando Leonardo tomó los platos de sus
manos. Yo los lavo.
–
Natalie no lo rechazó, se giró y se dirigió a la habitación arriba.
Al día siguiente, ella fue temprano a la empresa. Cuando Tina fue a buscarla, Natalie ya había revisado todos los archivos pendientes del día anterior.
-Antes habíamos quedado con la gente del Grupo Ramos para reunirnos a las diez de esta
mañana.
Natalie frunció los labios, levantó la mirada y dijo: -Ve tú. Pero recuerda, no importa qué
oferta de adquisición proponga el Grupo Ramos, no la aceptes.
Tina abrió los ojos con sorpresa. ¿No tenía Natalie la intención de reunirse con Leonardo? ¿Por qué de repente cambió de opinión?
Sin embargo, no preguntó más y simplemente asintió. -Está bien, ya veo.
-Por cierto, ya firmé estos documentos. Llévatelos.
Después de que Tina se marchara, Natalie siguió trabajando y pronto llegó el mediodía.
Estaba a punto de ir a almorzar cuando Tina regresó.
-Natalie, ¡nunca te habrías imaginado lo que el Grupo Ramos ofreció para comprar MY! Si no fuera por el profundo amor que tengo por la empresa, quizás no me habría podido resistir a
venderla.
Natalie arqueó una ceja, pensando que si hasta Tina encontraba la oferta tentadora, el Grupo Ramos debía haber hecho una gran inversión.
-¿Cuánto están dispuestos a ofrecer?
-¡Mil millones de dólares! ¿Puedes creerlo?
Al oír eso, Natalie frunció el ceño con perplejidad. Incluso si estaban interesados en adquirir MY, trescientos millones ya eran suficientes. En ese caso, ¿por qué el Grupo Ramos ofrecería tres veces más que el precio de mercado?
-¿Le preguntaste a Leonardo la razón?
Tina asintió con la cabeza y respondió: -Sí, pero él se negó a decir nada.