Capítulo 161
Capítulo 161
ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 10. Una bomba de relojería
Nahia trataba de no mirarlo, pero realmente era algo muy difícil.
Maddi y ella estaban emocionadas por el hecho de que las dos hubieran recibido cartas de admisión. Pero después de la euforia inicial, Nahia tenía otra euforia más escondida y más conflictiva. 1
-¡Estoy tan feliz, Maddi! ¡Te lo mereces! -exclamó abrazando a su cuñada y luego se giró hacia su hermano-. ¡Ve pensando en qué cosa linda le vas a regalar! ¡Si es menos que un deportivo te juro que te pego!
James se rio a carcajadas y desde una esquina del salón Aaron los miró tratando de disimular la sonrisa. Aquella forma de alegrarse por los logros de toda la familia era algo muy especial, y le recordaba inequívocamente a su propia familia. 2
-Bueno, y tú, chiquilla, ¿ya decidiste a qué universidad vas a ir? -le preguntó su hermano y Nahia sonrió.
-Acepté la solicitud de Oxford -respondió ella con ojos brillantes.
-¡Pero es muy lejos!
-Ahí fue donde tú estudiaste, idiota siseó Nahia-. Y es donde estudió Sophi, yo también quiero ir. Además solo está a ochenta kilómetros y tengo un guardaespaldas, no hay forma de que puedas tenerme más controlada.
Lo miró de reojo y pasó saliva cuando lo vio sacudirse el cabello mojado. ¿Qué le pasaba con aquel condenado guardaespaldas que se estaba derritiendo por él? 1
-¡Oye yo no quiero controlarte, quiero protegerte… pero estoy muy orgulloso de ti, sé que te va a ir genial! -exclamó James abrazándola por la cintura y alzándola.
-Gracias, hermanito. ¡Te quiero!
Todos trataron de obviar el hecho de que Nahia y Aaron tenían una guerra entre manos, pero ciertamente James le iba con todos los chismes a sus padres. 1
Pocos días después por fin Nahia hizo su maleta y Aaron la metió ene I coche.
-Oxford… aquí vamos.
Se quedaron en un hotel y enseguida salieron a buscar un departamento.
Aunque James trató de explicarle a Nahia que debía rentar un departamento con dos habitaciones para que el guardaespaldas tuviera una habitación propia, ella se negaba a hacerlo. Pero es que ¿cómo iba a explicarle a su hermano que igual iba a terminar con una habitación de sobra? 16
-Pues entonces le rento un departamento para él justo cruzando el pasillo -la amenazó James-, pero te advierto que lo dejaré poner cámaras en el tuyo.
A regañadientes Nahia aceptó un hermoso departamento de dos habitaciones, en un edificio cerca de la universidad. Muy pronto ella y Aaron estuvieron instalados y esa noche el guardaespaldas se apoyó en la puerta de su habitación, observándola mientras ella, acostada boca abajo en la cama, repasaba la lista de libros que debía comprar para las materias que había elegido.
-¿Crees que logre conservar esta puerta o también la vas a hacer desaparecer? -preguntó ella sin mirarlo. Text content © NôvelDrama.Org.
-Eso va a depender de cómo te portes -murmuró Aaron y la vio levantar la cabeza.
-¿Y cómo quieres que me porte? -preguntó ella mirándolo a los ojos.
-Bien, quiero que te portes bien. Que vayas a tus clases y me dejes cuidarte -replicó Aaron y Nahia casi hizo un puchero.
-Vaya, eso sí que es aburrido -murmuró ella con un suspiro.
-¿Entonces solo te estás peleando conmigo por diversión? -le preguntó él acercándose y cuando se sentó a su lado en la cama, Nahia no tuvo más remedio que girarse boca arriba para poder verlo.
Aaron pasó un brazo sobre su vientre y apoyó el piño en la cama, inclinándose sobre ella.
-Responde. ¿Te peleas conmigo por diversión? -lá increpó.
-Y porque sigo enojada contigo -replicó ella pero Aaron no podía ver su enojo por ningún lado.
-Mañana empiezas el primer curso, y quería que tuvieras esto le dijo metiendo una mano en su bolsillo y dejando que aquella pulsera colgara de uno de sus dedos.
Nahia la miró durante un segundo y apretó los labios.
-No quiero nada ni remotamente cercano a Austin -gruñó molesta.
-Y esto no lo es -replicó él-. Austin no tuvo nada que ver aquí. Esto lo compré yo, con mi dinero, el día que te conocí. Me hizo pensar muchas cosas sobre ti, así que elegí esto. Ya sé que sigues molesta pero por favor… ¿puedes llevarlo?
Nahia lo pensó durante un momento y luego tomó la pulsera. Le había encantado desde el primer instante, solo no le había gustado que la comprara Austin.
-Gracias–murmuró mordiéndose el labio y Aaron no pudo resistirse.
Se inclinó sobre ella y lo mordió él mismo, viendo como Nahia cerraba los ojos y disfrutaba de aquel beso suave. Ella suspiró e introdujo sus manos por debajo de la camiseta de Aaron para recorrer su espalda con las yemas de los dedos. La boca de Aaron la devoró despacio y el instinto de Nahia la llevó a moverse contra él mientras estaba perdida en todas aquellas sensaciones.
Entonces él se separó y la miró a los ojos, sintiendo que aquella era la loca más linda que había conocido en su vida. Había algo especial en ella, había algo que lo atraía como si fuera un imán. No podía estar a su lado sin desear besarla de nuevo.
-¡Maldición! ¡Tú tan caperucita y yo tan lobo feroz! -le susurró Aaron al oído antes de soltarla y Nahia sonrió, mientras Aaron se levantaba de la cama-. Tienes que comportarte bien. 2
-No te preocupes -dijo ella dándose la vuelta y estirándose como un gato, y él se restregó la cara porque no había nada peor en el mundo que ver aquel hermoso trasero respingón moviéndose y no poder tocarlo-. No haré nada malo.
Aaron no pudo evitar sonreír, porque sabía que eso no era verdad, pero le deseó buenas noches y se fue a su cuarto porque las cosas no podían ir demasiado rápido entre ellos. Si se dejaba llevar por sus instintos pronto la tendría gimiendo debajo de él, pero ella seguía siendo una niña y solo habían estado peleándose por un par de semanas. 1
Así que se lanzó en su cama boca arriba, se miró la mano derecha, a punto de decirle que era su única aliada, pero no pudo hacer nada porque no podía ponerle seguro a la puerta de su habitación.
No supo por qué, pero esa noche durmió intranquilo, y al día siguiente se levantó antes y para cuando Nahia despertó ya estaba listo, de traje negro, corbata y lentes oscuros. Ella intentó guardarse su suspiro y cerrar la boca para que no se le notara demasiado que estaba babeando por él. Aaron sonrió al ver aquella pulsera en su mano y poco después salieron hacia la universidad.
Nahia tenía clases una parte del día, pero las primeras semanas eran de inducción, conocer el campus, a los profesores, confirmar las materias que elegirían…
-Recuerdo que esta era mi parte preferida en Cambridge -murmuró Aaron casi para sí mismo cuando entraron a uno de los enormes gimnasios deportivos y Nahia se retrasó del grupo para caminar junto a él.
-Déjame adivinar, venías a pegarle a la gente sonrió Nahia.
-¡Oye, no te burles! El boxeo siempre fue lo mío, incluso me gané un Azul.
Nahia abrió mucho los ojos, porque el Azul era un galardón deportivo del más alto nivel en las universidades inglesas.
-¿Es en serio? -murmuró impresionada.
-Sí, es en serio. Incluso le pateé el trasero a unos cuantos de Oxford en las competencias – sonrió Aaron.
-¿A unos cuantos nada más? -lo provocó ella.
-Está bien, a todos -admitió él y enseguida en aquella cabecita malévola de Nahia surgió una idea que no era nada malévola en realidad.
Volvió a unirse al grupo, pero le pasaba lo mismo que al resto de los estudiantes de primer año: que no sabía ni donde estaba parada, así que preguntarles a ellos era inútil, y lo que quería saber tampoco se lo podía preguntar a un profesor.
La respuesta a todas sus ideas, sin embargo, le llegó pocos minutos después, cuando vio una cara conocida entre los muchachos que estaban practicando en el gimnasio.
-¡Josh! -llamó y el chico se dio la vuelta para verla.
Llevaba un traje blanco de esgrima y parecía ser nada menos que el capitán del equipo universitario.
-Hola -la saludó con una sonrisa nerviosa y al recordar por qué ella puso los ojos en blanco.
-Fue una mala broma de mi guardaespaldas porque me escapé de él -dijo Nahia saludándolo y el chico sonrió esta vez con sinceridad.
-Entonces me disculpo por haberme ido le dijo con cortesía-. Creo que te debo una.
Estuvieron hablando unos minutos mientras el rostro de Aaron se ensombrecía porque su memoria también daba como para recordar que lo había visto intentando ligársela en el club, así que no entendía qué demonios estaba haciendo ella yendo a saludarlo.
¿Celoso? ¡Por supuesto! Pero detrás de los lentes oscuros era muy difícil saber que tenía mala cara. Se mantuvo a una distancia prudente para no perder el control, pero la realidad era que estaba demasiado molesto, en especial porque Nahia no dejaba de sonreírle al idiota y hacerle ojitos.
Sin embargo Nahia no estaba coqueteando ni mucho menos, solo estaba pidiendo un favor demasiado grande como para pedírselo a un desconocido.
-Estás loca -le dijo Josh llevándose las dos manos a la cabeza mientras intentaba no reír a carcajadas - ¿Ni siquiera has terminado tu primer día y ya quieres hacer una travesura de ese tamaño?!
-Oye… no es una travesura… -replicó Nahia haciendo un puchero-. Es algo especial para alguien que me gusta. ¡Estoy segura de que debe haber una chica por ahí que te guste tanto como para hacer alguna locura!
Josh negó mientras la miraba con dulzura, se notaba que era un chico amable.
-La única que me gusta un poco quiere meterme en problemas para gustarle a otro chico. ¿Te crees que soy masoquista? -respondió.
-Creo que puedes ser un buen amigo -le sonrió Nahia.
-¡Auch! ¡Directo a la friendzone! -exclamó el chico llevándose las manos al pecho con dramatismo y Aaron creyó que le saldría humo por las orejas de la rabia.
Josh miró su reloj y suspiró.
-OK, ven a verme mañana a las cuatro en las gradas frente al campo de fútbol. Conseguiré un horario y si puedo… solo sí puedo, te daré lo otro.
-Claro que puedes, eres el capitán del club de esgrima. Tú puedes hacer lo que sea -lo animó ella y le dio un beso en la mejilla-. ¡Eres el mejor amigo del mundo!
-¡Auch! Otra vez a mi pobre corazón herido –se quejó y a Nahia enseguida le recordó al dramatismo gracioso de su tío Rex-. ¡Nos vemos mañana! 4
-¡Nos vemos! -le gritó Nahia despidiéndose y siguió al grupo sin notar que Aaron se había convertido de un momento a otro en una bomba de relojería, una que podía hacer mucho pero mucho daño si explotaba. 2