Domesticame! Mi pequeña y gran Elia

Capítulo 1880



Capítulo 1880

“¿Qué? ¿Jimena te dejó?” Vicente preguntó sorprendido, tocando de nuevo la frente de Orson: “Ay, estás ardiendo, tienes una fiebre alta”

“Paf“, Orson apartó la mano de Vicente con fuerza, enojado dijo: “Estoy a punto de morir y tú todavía encuentras tiempo para burlarte de mil”

“No me estoy burlando, estoy preocupado por ti“, dijo Vicente, conteniendo la risa.

Orson to miró con desdén: “¿Desde cuándo tienes un corazón tan bueno?”

“Me haces una injusticia, amigo mio. Vicente se acercó al oido de Orson y le susurró: “¿Quién lo diria? Siempre fuiste tú quien rompial Corazones, y ahora mira cómo te han dejado, Cómo cambia la vida, ¿eh?”

Riendo con el pecho tembloraso, Vicente se permitió la broma que sólo un mejor amigo puede hacer.

“No sabes nada del amor, hombre sin corazón“, dijo Orson, dándole la espalda para no seguir escuchandolo.

“Cierto, no entiendo de amores, pero sé que si sigues así, realmente vas a terminar mal. No muerto por la enfermedad, sino de hambre“, dijo Vicente con una sonrisa.

“Si no vas a ayudarme, largate, Orson tiró de la manta para cubrirse por completo.g2

“Vale, voy a buscar a Jimena, ella vive justo al lado de tu casa, ¿no? Vicente se levantó, decidido a buscar a Jimena.

Orson, que se habia envuelto como una oruga en su capullo, agarró la mano de Vicente de repente.

Sorprendido, Vicente se volvió hacia él: “¿Qué pasa?” Exclusive content © by Nô(v)el/Dr/ama.Org.

Orson se veía tenso, sin el tono juguetón de antes con Vicente. Ahora lo que mostraba era melancolía, y dijo: “No la busques, apenas ayer ella me dejó claro que no me impedirá ver a los niños. Si la molesto más, es capaz que hasta me priva de ver a los niños.”

Vicente estaba listo para seguir bromeando, pero al ver la tristeza en los ojos de Orson, se volvió serio.

“¿De verdad no quieres que la busque?”

Orson negó con la cabeza: “No vayas.”

No podía olvidar la tarde anterior, cuando se separó de Jimena, cómo ella le gritó con desprecio y fastidio.

Ella lo había dicho, le parecía sucio, no podía aceptarlo con todas sus manchas.

Orson sabía que Priscila era una barrera insuperable en el corazón de Jimena. Si el insistia, solo conseguiria repulsión.

Nunca se habia sentido tan humillado.

Vicente también notó el dolor de Orson y dejó de burlarse. Le dijo: “Entonces levántate, vamos al hospital.”

Orson se comportaba como un niño herido y respondió tergamente: “No, no quiero levantarme.”

“Amigo, tienes fiebre y no has comido en todo un día. Si no vas al hospital, realmente te vas a condenar“. Vicente ya no sabía qué decir. “No quiero ir, no quiero moverme, dijo Orson.

Vicente se quedó sin palabras. Nunca imaginó que una chica común y corriente como Jimena podria afectar a Orson de esta manera. El amor, definitivamente, era algo con lo que no se podía jugar.

Conociendo a Orson, si decía que no quería levantarse, era porque realmente no queria.

“Está bien, si no te levantas, tendré que traer al médico a casa para que te examine Diciendo esto, Vicente salió de la habitacion. Antes de irse, echó un último vistazo a Orson, quien estaba mirande al techo con una mirada vacia.


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